Espero esa palabra, la que me quema y llena de vida, pero que cuando está, no hace más que dañarme. Lo extraño es que aun así te quiero, sigo luchando contra lo que no debo hacer, te miro, acaricio y palpo. Seguramente tú no lo sientes, estás empeñada en aquello que tanto deseas…
Qué debo hacer para no seguir, porque eso es lo que viene no? Camino sin rumbo y actúo como un loco, un estúpido e irreverente loco. La fragilidad no es algo a lo que esté acostumbrado, sin embargo ahora está más latente que nunca.
Ya, creo que es hora de bajar los brazos, pero para volver a levantarlos pronto y seguir soñando, viviendo y por sobre todo, seguir sonriendo.
Pero ahí estás, tu sonrisa cínica me invita hacia ti y corro a un lugar desconocido, un lugar donde solo estoy yo, sí, solo yo…