Se escondía, luchaba y gritaba. Imploraba un poco de ti, lloraba por saber que simplemente eras nada, absolutamente nada...
De vez en cuando la veía sonriendo, jugando a ser feliz, pedía que ese juego no terminara jamás. Pero, como todo, terminó.
Pienso, no dejo de hacerlo y te busco. Contemplo la claridad de tus ojos y palpo el rocío de tu llanto, siento como me besas desde lejos y acaricias mi cabello. Como un niño, me rindo a tus pies, y solo lloro...
Reinas en mis palabras y obstruyes mi camino, sin embargo la irreverencia me ayuda a seguir cada día, a luchar sin descanso.
Al fin, llego a un lugar desconocido.
Es así, caminamos por un largo sendero que al fin y al cabo nos lleva donde mismo. Encontramos ese lugar místico, ese lugar que hasta hoy, solo estaba en nuestros pensamientos.
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