Pensar en lo que no fuimos me desgarra el alma. Saber que pudo ser diferente me mata aún más. Mientras las flores crecían y los niños cantaban, olvidamos lo esencial, eso que cada día alimenta a los muertos. Justamente hoy estoy muriendo de vergüenza, tristeza y soledad, sin embargo no hay nada más que la inmensidad de lo desconocido y un árbol sin raíces que lucha por crecer.
Así fue dolor mío, así fue como de repente ya no éramos los mismos.